Vacunación: Una carrera de obstáculos.

Un breve recuento de los retos que se avecinan con el proceso de inmunización y las tecnologías disponibles para superarlos.

Fotografía de Hakan Nural en Unsplash

Vacunación, vacunación, vacunación. Esa es la palabra en boca de todos por estos días, y lo seguirá siendo sin duda durante todo el 2021. Y no es para menos. Con una pandemia que, tras un año de sacudir al mundo entero, ha dejado más de 106 millones de personas contagiadas (2 millones de ellas en Colombia), la vacuna se presenta por fin como la ansiada luz al final del túnel.

Y es que históricamente la vacunación ha probado ser la herramienta más eficaz para erradicar por completo o reducir al mínimo la presencia de algunas enfermedades que solían ser consideradas mortales como la viruela, el sarampión o la poliomielitis, por nombrar algunas. De ahí que los anuncios de las farmacéuticas sobre las tasas de efectividad de sus inyectables, y la concreción de planes de vacunación por parte de los entes gubernamentales sean indudablemente noticias jubilosas para todos, pues esperamos que una rápida implementación de estos planes ponga freno a las oleadas de contagio que azotan al mundo por estos días.

Pero claro, tener las vacunas listas es una cosa -maravillosa, por cierto, gracias al incansable trabajo colectivo de científicos de todo el mundo-, y administrarlas de forma rápida a una gran parte de la población es otra. Pues si bien ya se han aplicado 131 millones de dosis a nivel global, se habla de la compra de… ¡13 mil millones de dosis en todo el mundo! La logística de administración de esas vacunas es, como dicen los angloparlantes, a whole different animal.

Una carrera de obstáculos

Y entonces empezamos a escuchar conversaciones alrededor de los retos logísticos que esta tarea implica, como por ejemplo la conservación de la cadena de frío de algunas vacunas, que requieren temperaturas de hasta -70ºC para preservarse en condiciones óptimas. Y empezamos a hacernos las preguntas obvias: ¿Cuántos ultracongeladores necesitamos?¿Dónde deben estar ubicados? ¿Cómo llevaremos las vacunas a entornos rurales, por ejemplo? ¿Qué hacer si uno de los ultracongeladores falla? Es más, ¡¿qué es un ultracongelador?!

A propósito, hace pocos días se hizo famoso el caso de un hospital de Seattle cuyo congelador falló en mitad de la noche, y debieron activar un protocolo de emergencia para no perder las 1600 dosis que se encontraban allí almacenadas, de modo que cientos de personas recibieron mensajes de texto informándoles que su vacuna estaba disponible, ejem, ya mismo. Y por supuesto, los pacientes no se hicieron esperar: llegaron en pijama y pantuflas a hacer fila durante toda la madrugada para recibirla. ¡No se desperdició ni una sola dosis! ¿Qué tal ese ejemplo magistral de gestión?

Pero este asunto de la cadena de frío no es el único reto complicado. El proceso que ya inició en otras latitudes está revelando una serie de desafíos menos discutidos pero no menos relevantes en el proceso de vacunación, desafíos que también tendremos que pilotear en Colombia en el corto plazo. Necesitamos lograr que se vacunen tantas personas como sea posible, en una ventana de tiempo relativamente estrecha -para evitar, entre otras cosas, la propagación de variantes más resistentes a las vacunas que tenemos ahora-. ¿Cómo asegurar entonces que esas dosis disponibles, que desde ya auguramos escasas dada la situación actual en la UE, se administren de acuerdo con los criterios establecidos por el Ministerio de Salud? ¿Cómo hacemos para medir de forma clara el avance con respecto a las metas trazadas?

Cuentas claras

Sobre este tema no han faltado polémicas alrededor del mundo. En países como México, Brasil y EEUU se han dado casos de personas que no cumplen con los lineamientos establecidos por las entidades de control -es decir, no son empleados de primera línea, personal médico o población en riesgo- y aún así han encontrado maneras de, digamos, “saltarse la fila” y acceder a sus dosis de vacunas mucho antes que la población que con más urgencia lo requiere. Esto, claro, ha provocado críticas y pone de manifiesto un asunto fundamental que deberá abordarse en Colombia con igual cuidado: La transparencia en la gestión de las vacunas. Será fundamental garantizar un control estricto sobre el proceso para asegurar que tanto la población más vulnerable como quienes han estado haciéndole frente a la pandemia durante todo un año reciban en efecto las primeras dosis. (Sea este el momento para darle un sentido GRACIAS a todo el personal de primera línea.)

El diablo está en los detalles

Y justamente porque estamos próximos a cumplir un año capoteando esta tormenta -¡uf!-, las instituciones deberán estar preparadas también para abordar el proceso en condiciones menos que ideales. Varios lugares del mundo como Japón y EEUU reportan ya dificultades en la administración de la vacuna por escasez de personal, bien sea por incapacidad, baja disponibilidad de profesionales, o simple y llano agotamiento. Lo que es más, será necesario anticiparse a la situación de tener que pilotear este asunto con las restricciones que en la práctica impone la presencia del virus: distanciamiento, limitación de aforo, etc. Lo anterior abre la puerta entonces a un reto más, que consistirá en gestionar la administración de la vacuna considerando en tiempo real las capacidades humanas y de infraestructura disponibles.

En estos escenarios la atención al detalle no es opcional. Aunque ustedes no lo crean, en ciudades como Ontario la ejecución del plan de vacunación se vio seriamente retrasada por…las festividades. ¿Cómo nos anticipamos a esto en el cuarto país con más días feriados del mundo? ¿Tendremos un mecanismo de respuesta frente a fallas como la que mencionamos antes en Seattle? Todas estas cosas deben estar de antemano sobre la mesa. El diseño de planes de acción ante contingencias y alteraciones del plan de vacunación debe ser una prioridad.

Una cruzada contra la desinformación

Todo lo anterior, claro, surtirá efecto en la medida en que la mayor parte de nosotros decidamos voluntariamente acceder a la vacuna. El creciente número de personas que manifiesta inseguridad o reticencia a la hora de recibir su dosis representan también una importante barrera a vencer (…sí, es con ustedes, antivacunas.) En este sentido, las instituciones deberán encontrar estrategias efectivas de educación, comunicación y seguimiento, para generar confianza entre el público general y reducir el alcance de la desinformación que hoy circula libremente en redes al respecto. En pocas palabras, será necesario valerse de la evidencia disponible para combatir la incertidumbre.

La tecnología, un salvavidas.

Con todo esto se dibuja más o menos un panorama de desafíos que es necesario abordar con antelación para que, una vez recibamos las vacunas, el proceso de inmunización suceda de la manera más fluida posible. Y es en este escenario que resulta crucial el apoyo de las herramientas tecnológicas disponibles para facilitar el cumplimiento de este objetivo. Justamente pensando en ello, desde Inmotion Group, en alianza con Coco Tecnologías, decidimos poner nuestros conocimientos al servicio del sector salud. Configuramos una solución que integra algoritmos de optimización logística con una herramienta de agendamiento, control y seguimiento automatizado de pacientes. Con ello, buscamos facilitar la labor de las EPS e IPS en el proceso de vacunación masiva, permitiéndoles acelerar tareas como la asignación de citas, y asegurando que la información relacionada con este proceso esté en todo momento disponible y actualizada para propósitos de gestión y transparencia, respondiendo directamente a varios de los retos que enunciamos antes.

Como la nuestra, seguro habrá otras alternativas dispuestas para hacer más fácil y eficiente la titánica tarea de desplegar el plan de vacunación trazado. Hacemos entonces una invitación a las entidades encargadas a considerar la pertinencia de este tipo de soluciones, y en último término, contribuir así a poner punto final a la que sin duda es la crisis de salud pública más crítica de nuestro tiempo. 35 millones de colombianos esperan que estén a la altura del reto.

El año pasado Merriam Webster propuso pandemia como la palabra del año. La RAE consideró más apropiada confinamiento. Nosotros esperamos que este año todo salga tan bien que la palabra del 2021 sea victoria.

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